“Young adult”: Un bombón amargo

 “Young adult”: Un bombón amargo

 

Esta fábula sobre la dificultad de madurar se convierte, curiosamente, en la película más madura de Jason Reitman. Una falsa comedia difícil de digerir por su acidez y su amargura, presidida por una fabulosa Charlize Theron.
 
Mavis Gary (Charlize Theron) es la autora de los textos de una serie de novelas juveniles de éxito decreciente. Desencantada con su presente, regresa a la pequeña localidad de Mercury en la que creció para intentar recuperar el amor de su adolescencia, Buddy (Patrick Wilson), ahora felizmente casado. Jason Reitman sigue diseccionando el aliento de la sociedad norteamericana con “Young adult” (ver tráiler), película superior a la anterior “Up in the air” y que abordando las dificultades de la maduración personal se convierte, curiosamente, en su propuesta más madura hasta el momento. Atentos, porque es difícil de engullir y digerir desde su desconcertante misantropía. Pero vale la pena.
 
 
«Todos hemos cambiado y tú has tenido más suerte». Falsa comedia sobre la (im)posibilidad de ser feliz antes de que el tiempo se nos eche encima, el malévolo guion de Diablo Cody propone una fábula de fachadas, de mentiras, de desequilibrios emocionales agudos y de distorsiones de una realidad que cada cual adecúa a sí mismo en función de su situación personal. La apuesta es compleja, por el tono sostenido y anticlimático de la narración y por la consciencia por parte del espectador de que es realmente complicado que la figura central consiga si quiera acercarse un tanto a sus objetivos. Claro que ahí, en ese coraje, en esa acidez, en esa brutalidad despechada, residen los méritos de esta amarga tragicomedia, tan ruda, triste y divertida como la vida misma.
 
 
Si bien puede resultar complicado abandonarse al ritmo de esta historia analógica ─los créditos son fantásticos─ que aboga falsamente porque cualquier tiempo pasado fue mejor, no lo es en absoluto rendirse a una estupenda Charlize Theron, cuya belleza se convierte aquí en arma de destrucción local en uno de los mejores trabajos de su carrera; además, Reitman vuelve a demostrar su buena mano dirigiendo actores, con especial atención a un inmenso Patton Oswalt que arma su destartalada existencia diaria a partir del ensamblaje de juguetes de acción articulados y bourbon destilado al modo artesanal. Tremendo. Quizá le falte un apuntalamiento definitivo en sus conclusiones finales, pero “Young adult” toca, turba, revuelve e incomoda deliciosamente. Y eso está muy bien.