“John Carter”: Mastodóntica insulsez

“John Carter”: Mastodóntica insulsez

 

Andrew Stanton abandona la animación para encargarse de la colosal adaptación de la obra de Edgar Rice Burroughs. Enfocada a un público familiar, abandona buena parte de su esencia pulp, pero el problema principal es su insulsez general.
 
Edgar Rice Burroughs (Daryl Sabara) resulta ser el único heredero de su difunto tío, John Carter (Taylor Kitsch). A través de su diario, conocerá su historia. Coincidiendo con el centenario de la primera publicación de “Una princesa de Marte”, pieza capital de la fantasía del siglo XX y primera de la serie Barsoom que E.R. Burroughs dedicó al personaje, llega a los cines “John Carter” (ver tráiler), megaproducción con la que Andrew Stanton, a quien debemos esa joya titulada “WALL•E” (2008), abandona la animación por ordenador; el frustrante resultado es proporcional a su desmesurado presupuesto, que se va por encima de los 250 millones de dólares. No es que recomendemos la versión made in The Asylum, pero viendo que puede que estemos ante el “Green Lantern” de 2012, tampoco la vamos a desechar.
 
 
«Somos una especie en constante enfrentamiento. No quiero tomar parte». Se puede acatar el comercialmente casi obligado abandono de buena parte de la esencia pulp de la obra escrita ─no en términos estéticos, claro─, máxime tratándose de un armatoste producido directamente por Walt Disney Pictures. Fuera químicas eróticas de la pareja principal, fuera irreverencia y socarronería, excesos violentos y demás zarandajas, aquí lo que cuenta es la aventura familiar. Vale. Pero lo que es inaceptable es el aburrimiento supino de una película a la que le sobra metraje por todas partes y que no destaca por sus dosis de acción, emoción, amor, drama o comedia; insulsa, anodina, su único impulso son los kilométricos saltos del muchacho del título. Así es.
 
 
Mal dirigida y muy mal editada, adornada por una banda sonora de un Michael Giacchino que se empieza a quedar sin ideas, a todo lo anterior hay que sumar su gran tragedia industrial. Y es que por momentos parece un exploit de lujo de la hexalogía galáctica de Lucas ─en el tratamiento visual y sonoro─ y el “Avatar” de Cameron ─ídem, con el añadido del uso clónico de la tecnología tridimensional en términos de uso de la cámara y profundidad de campo─, cuando en realidad es la obra de Burroughs el germen seminal de todas ellas. No es más que la guinda del despropósito que es esta “John Carter” protagonizada por un soso Taylor Kitsch, ausente de carisma alguno y sin ningún tipo de feeling con Lynn Collins. Por lo menos la integración digital de los paisajes marcianos luce bastante esmerada, pero qué menos. Solo faltaría.

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