“Chronicle”: El Apocalipsis en directo

 “Chronicle”: El Apocalipsis en directo

 

A medio camino entre “Akira” y “El protegido”, “Chronicle” es una película fascinante, una disección profunda pero lúdica de la mitología superheroica a través del hiperrealismo de cámara en mano. Prometedor debut de Josh Trank.
 
La frustración y la ira adolescente, las pulsiones del bien y del mal como bombas de relojería a detonar en un enfrentamiento apocalíptico, fueron los pilares de la obra maestra de Katsuhiro Ôtomo basada en su propio manga, “Akira” (1988). El monumental, rabioso anime se estableció entonces como piedra de toque para aquellas ficciones que aspiraban a entender el turbulento proceso interior que conducía a sus personajes a decantarse por un lado u otro del equilibrio universal. La reflexión, habitualmente pasada por alto o minimizada en la tradición superheroica, se convirtió asimismo en el corpus de “El protegido” (M. Night Shyamalan, 2000), título imprescindible en torno a la formación —y fragilidad— de esa mitología heredada del cómic que se hacía explícita en el personaje de Samuel L. Jackson.
 
 
“Chronicle” (ver tráiler y escenas), sorprendente debut de Josh Trank en alianza con el guionista Max Landis, se encuentra en el punto equidistante entre la obra de Ôtomo y la de Shyamalan, referentes incrustados en el grano de un hiperrealismo que viene a continuar esa urgencia del registro que invocaran “[Rec]“ (Jaume Balagueró y Paco Plaza, 2007), “Monstruoso” (Matt Reeves, 2008) y la ya lejana y seminal “The Blair Witch project” (Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, 1999). Aquí la elección estética del directo sirve primero al autorretrato de su incipiente protagonista, el solitario e iracundo adolescente al que interpreta Dane DeHaan, para luego violar los límites de la representación que el medio impone —la cámara en mano—, y hacerlo a través de la propia excusa argumental del filme —los poderes telequinéticos que justifican la cámara flotante—. En el artificio del punto de vista, pues, está la trampa pero también la maximización de un clímax que, en su osadía, consigue imágenes de impacto —el plano del noticiario del encuentro en la cumbre del Space Needle, el inesperado vuelo filmado desde el interior de un coche— al amparo de unos impecables efectos visuales, capaces de conciliar la vocación de crónica anunciada por el título y la visibilidad del espectáculo en la batalla final.
 
 
Hasta alcanzar esa conclusión apocalíptica, “Chronicle” puntúa su narrativa in crescendo con referentes filosóficos que van desde la alegoría de la caverna de Platón al concepto de la voluntad de Arthur Schopenhauer. Esquivando la cita gratuita, esos apuntes son bases para sendas construcciones psicológicas que se derivan en el superhéroe involuntario (Matt/Alex Russell) y el supervillano a su pesar (Andrew/Dane DeHaan). Trank y Landis hablan de la villanía como consecuencia natural de la exclusión social y el sentimiento angst al modo Tetsuo, y de la heroicidad como un accidental valor que resulta de la sobreprotección y la cerrazón de las reglas. Pero en paralelo, su película no deja de expresar devoción por los placeres epidérmicos de un género que aquí es sujeto a una de sus más estimulantes y felices revisiones.

Haz tu página web gratis Webnode