"Chronicle": La gran sorpresa del año en el género de la ciencia-ficción

Andrew (Dane DeHaan), Matt (Alex Russell) y Steve (Michael B. Jordan) son unos adolescentes de Seattle que van al instituto y cuya vida no difiere en gran cosa de la del resto de chicos de su edad. O al menos, hasta que algo completamente ajeno a su comprensión les sucede. Tras un descubrimiento en un agujero subterráneo que les cambiará para siempre, los tres jóvenes empiezan a desarrollar poderes telequinéticos. Al principio, no deja de ser más que otro juego con el que pasar el tiempo. Pero poco a poco, esas nuevas habilidades crecen en ellos hasta el punto de que empiezan a escapar a su control y a tener serias consecuencias.

 

 

“Chronicle” (ver tráiler y escenas) es una de las sorpresas de la temporada, el nuevo fenómeno inspirado por un fantástico realista —preferiblemente de cámara en mano—, intimista y de bajo presupuesto que encuentra ejemplos en títulos como la reciente “Monsters” (Gareth Edwards, 2010) o “Monstruoso” (Matt Reeves, 2008). Se trata del debut en cine de Josh Trank, guionista y director de la serie “The kill point” (2007), que aquí se alía con Max Landis —hijo de John Landis— para adaptar una historia ideada junto a éste último, guionista del proyecto. Su premisa es sencilla pero al tiempo, rompedora, con pocos antecedentes en el género: adolescentes con superpoderes comportándose como verdaderos adolescentes, a los que les superan sus nuevas capacidades y las responsabilidades que éstas conllevan.

 

 

La idea, por supuesto, suponía un importante desafío a nivel técnico. Consciente de que su visión de la película tenía complicada traslación a la pantalla, Josh Trank firmó, antes de dar inicio a la producción, una “declaración del director” en la que se resumían planes, temas de fondo y metodología. Su principal consigna era ceñirse tanto como fuera posible a un realismo que debía integrar los efectos visuales:  «Queremos que el público viva la experiencia de Andrew y no que se ponga a pensar en cómo están volando los chicos. El trabajo de efectos visuales tenía que desaparecer dentro de la historia, los personajes y las emociones», explica Trank. Para conseguir efectos tan difíciles como el vuelo de los tres protagonistas, se contrató a Simon Hansen, supervisor de efectos visuales que había trabajado con Neill Blomkamp (“District 9″) y que diseñó una plataforma circular que permitía simular ese vuelo libre de los personajes. 

 

 

Sin embargo, fue la batalla final en las calles de Seattle la que exigió un nivel extraordinario de esos efectos, pues en ella se pueden ver acrobacias aéreas, coches lanzados por los aires y un autobús estrellándose contra un edificio. En concreto, en esta escena se utilizó gas comprimido para lanzar vehículos de más de 450 kilos a una altura de 10 metros, que debían caer a tierra destruidos y aplastados tras implosionar —se empleó también bombas hidráulicas de casi 10 toneladas de capacidad que engullían el metal—. Al mismo tiempo, ese espectacular clímax debía combinarse con una cámara capaz de registrar la acción sin perderse en el caos. Tal y como explica el director de fotografía Matthew Jensen, «la cámara tiene una libertad y una flexibilidad asombrosas, que reflejan la fortaleza y los poderes que nuestros protagonistas han ido desarrollando progresivamente a lo largo del filme».

 

 

Pese a que sus tres cabezas de cartel son prácticamente desconocidos para el gran público —salvo quizá el caso de Michael B. Jordan, que se ha prodigado más en televisión, e incluso llegó a participar en la serie “The wire – Bajo escucha” (2002-2008)—, el efecto “Chronicle” se hizo notar y la cinta llegó a lo más alto de la taquilla estadounidense en su estreno a principios de febrero, contando además con críticas favorables desde la prensa. Con un presupuesto de unos 12 millones de dólares, a día de hoy lleva recaudados en torno a 84 millones, una cifra que puede seguir aumentando cuando llegue a España el próximo 2 de marzo.